domingo, 3 de diciembre de 2006

Contorsionista II


No permanezco inerte ni inerme. Meto mis manos entre mis piernas, mis piernas entre mis brazos. Mis talones han llegado a acariciarme el cabello y los dedos de mis pies han tocado la justa mitad de mi espalda. Mi cuello conoce la profundidad exacta de mi hueco fascinante y terrible.
Y en este juego de la contorsión, de redoblarme sobre mí misma, de tocarme ciertos lugares que mi flexibilidad natural no permite adquiero la técnica para abdicarte.

©Jara Ríos

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